miércoles, 15 de abril de 2020

A navajazo limpio

Leo en prensa y redes sociales muchas opiniones de las gentes equidistantes, alzando sus voces porque la política de hoy en día se ha convertido en una guerra de trincheras, quejándose porque no hay debates sino navajazos, porque sólo hay división y emotivismo político. Y me parece muy bien, y hasta podría estar de acuerdo, si no fuera porque todo ese razonamiento parte de una premisa falsa: durante más de una década, quien ha capitalizado la división ha sido siempre la izquierda radical y la izquierda populista. No se puede pretender ahora buscar una falsa equidistancia cuando inicialmente sólo ha habido una única trinchera, desde donde se ha disparado contra todo lo que estuviera al otro lado de la línea que ellos trazaban donde les interesaba en casa momento. 

Quién ha radicalizado más su discurso para escorarse hacia el populismo ha sido el partido que ha sido, desde hace 15 años. La gente que ha 'fachalizado' a cualquier adversario político que le pudiera robar votos por el centro izquierda, ha sido la que ha sido. El bando que se ha aprovechado del hastío de la gente para robar  cualquier buena iniciativa popular y expulsar a los disidentes, ha sido el que ha sido. Que la guerra de trincheras ahora tiene dos bandos, cierto, pero durante tres lustros sólo ha habido uno que tirase de navaja para solucionar cualquier discrepancia. Coño, si es que hasta se las han inventado, con tal de poder enseñar la cheira a pasear. Ahora el relato que ahora interesa vender es que hay víctimas a ambos lados y, a fuerza de repetirlo, la gente lo acaba comprando y lo interioriza como un axioma, pero es falso. Quien ha fomentado la división política y el barriobajerismo, ha sido un único lado; quien ha azuzado el miedo, ha sido un único lado; quien ha buscado beneficio electoral a costa de resucitar las dos españas, ha sido un único lado. 

Y ahora que el resto, hastiados de recibir metralla, de ser lapidados sin siquiera haber dicho Jehová, de intentar contentar a quién jamás se va a dar por satisfecho, ahora que se bajan al barro, al mismo nivel que el rival, justo ahora mismo, se empieza a hablar de dignidad y de que esta forma de hacer política no es aceptable y demás turra que hay que soportar a diario. Pues no, oiga, por ahí no paso. Lecciones las justas porque, afortunadamente, aún tengo memoria y no voy a comprar el relato de quien ha buscado etiquetar de fascistas todos los intentos que  ha habido en este país por construir desde el centro, como UPyD o Cs; de quienes han escracheado a personas públicas sólo por pensar difernte; de quienes han impedido conferencias que iban en contra del pensamiento único; de quienes hasta se han permitido señalar en redes sociales a personas anónimas para azuzar a sus perros de presa y lanzarles al acoso. Lo siento, pero por ahí, yo no paso y ninguno deberíamos hacerlo.

miércoles, 1 de abril de 2020

¿Corona...qué?

Hace unos meses, si alguien hablaba de corona, lo inmediato que venía a la cabeza era una cerveza mejicana de dudoso sabor; o el eterno debate de si república o monarquía; o, si se tiene la edad suficiente, de alguna marca de tabaco negro que alguna vez fumamos a escondidas. Desde antes de Navidades, sin embargo, al escuchar la palabra corona todo el mundo piensa en un bichito cabrón que está liándola más parda que mezclando ácido clorhídrico con sulfato de lo que sea. ¿He dicho todo el mundo? No, para todos, menos para una pequeña legión de gobernantes y sus periodistas de cámara, hasta el 9 de marzo lo que les venía a la cabeza era un mono con dos platillos; el mismo mono, pero con dos pistolas, es el que en el populacho pensamos que tenemos ahora mismo de Presidente, viendo lo tardío y fútil de su respuesta. 

Porque si el covid-19 es de por sí grave, no es lo más chungo de la situación. Lo realmente grave es que nos estamos enfrentando a la mayor crisis de la humanidad desde la II Guerra Mundial con una clase dirigente que no ha solucionado un problema real en su puñetera vida. Tenemos unos gobernantes que son auténticos especialistas en inventarse problemas o en magnificar otros afortunadamente bastante mitigados, pero que son incapaces de diseñar un plan de acción real, que lleve aparejado un seguimiento de resultados real y con un objetivo común y no panfletista. 

Repasemos de memoria la lista de los problemitas de primer mundo que angustian a esta mal llamada izquierda:

  • Cambio climático… qué digo cambio, ¡¡emergencia!! Algo que puede impactar, o puede que no, en cien o doscientos años y sobre lo que hay uniformidad en el diagnóstico; algo donde importan más las hipótesis de partida que los datos reales que manejamos y que sólo sirve para alimentar a los mismos estómagos que nos vendían que íbamos a extinguirnos por la lluvia ácida, el agujero de ozono o por el calendario Maya: pues nada, marchando una de millones para que esta gente pueda seguir viviendo a todo tres y soltándonos discursitos vacíos de contenido desde su altar de superioridad moral. Los mismos tíos que han ignorado de manera sistemática la opinión de científicos y expertos sobre el coronavirus, se han postrado de rodillas a adorar a una niña de 16 años. Ese guión no te lo firman, por absurdo, ni los Monty Python para hacer un remake de la Vida de Brian.
  • La contaminación, porque mata mucho y no se puede coger el coche, ni usar la lavadora, ni nada porque mata. De nada sirve enseñar que ahora vivamos muchos más años y con una calidad de vida infinitamente mejor que hace medio siglo. La contaminación MA-TA. Lo que no van a analizar es el coste-beneficio entre cómo, aún teniendo efectos nocivos, netamente ahora se viva mucho mejor y mucho más, porque lo guay es volver a la caverna, adorar a Gaia y a morirnos porque se nos haya infectado una herida. 
  • El mal llamado feminismo, consistente en difamar e ir propagando bulos sobre desigualdad laboral y de derechos entre hombre y mujer, aunque nadie conozca a nadie que cobre más exclusivamente por el hecho de hacer pipí de pie. Porque tenemos una vicepresidenta catedrática en derecho constitucional que te suelta que la Constitución es machista (¡con un par de ovarios!) y  donde nos venden que el gran problema de España es que el lenguaje es machista y no inclusivo, por lo que hay que legislar para obligar a reescribir desde el Génesis al Señer de les Anilles. Y a censurar a Mecano por homófobos (¡a Mecano!).
  • Terrorismo machista-patriarcal: partiendo de la base que cualquier violencia está mal (manda cojones que haga falta especificar esto), no hay que olvidar nunca que el machismo mata más que el coronavirus y sólo la mujer sufre violencia doméstica. No importa que España sea de los países más seguros del mundo para nacer  mujer. Aquí sí hay que crear alarma social, al contrario de lo que decían con el covid, porque lo que nos interesa es crear una psicosis colectiva y que parezca que en España tenemos a veintipico millones de hombres matando y violando a sus mujeres.
  • La identidad regional y el hecho diferencial: que no puede ser que seamos todos iguales, de ninguna manera. Hay que invertir millones en descubrir que en Socuéllamos se usaban cuatro palabras de jerga lo suficientemente raras como para considerarla diferente al español y, a partir de ahí, inventarnos un relato histórico para poder exigir que me den más millones que al vecino y yo dar a cambio un poquito menos. 
  • Franco: no puedo terminar de hablar de los problemitas del primer mundo sin mencionar al de siempre, que medio siglo después de muerto sigue siendo el tema estrella de debate. Había que desenterrarlo, porque querían poder seguir hablando de él. Próximamente, cuando esto pase, habrá que sacarlo de nuevo para hacerle un análisis de ADN y descubrir que él fue el paciente cero, para poder culparle también. 


Como podéis ver, ninguno de estos problemas es un problema real para la mayoría de la población. Nada de esto afecta a la vida del grueso de la población en el corto / medio plazo. Esto no quiere decir que no deban abordarse, sino que ha de hacerse de manera proporcional a su impacto, no quemando el dinero como si no hubiera un mañana para asuntos que no tienen un impacto real sobre el problema que fingen abordar y que tienden a empeorar de manera notable la calidad de vida de la gente. ¿En qué momento gobernar ha dejado de significar buscar el bien común de todos para pasar a significar buscar el beneficio particular de unos pocos?

Pues con estos antecedentes aparece un virus chiquitito, que actúa como cuando Ronaldo cuando se enfundaba la camiseta del Madrí, sediento de hacer diana sin importarle el rival. Y nos coge con el Consejo de Ministros debatiendo si es más importante prohibir los coches viejos para que la gente pueda ir a trabajar a caballo, o abordando el impacto para los trans de que los baños de los garitos sean para sexualidades binarias. Claro, y de repente se dan cuenta que tienen que pensar rápido y, además, pensar en las consecuencias inmediatas de sus decisiones. Porque las consecuencias de sus decisiones se van a ver en el cortísimo plazo y, para rematar, no van a poder escudarse en que la culpa es del chachachá. ¿Y qué es lo que hacen? Pues gastarse 15 millones para subvencionar a los medios de comunicación, que ya se encargarán ellos de decirnos que aquí no ha muerto nadie y que Pedro I ‘El Guapo’ lo ha hecho requetebién. 

martes, 23 de abril de 2019

La España de Sánchez

El votante actual del PSOE de Pedro Sánchez tiende a ser un puñetero fanático, un ultra que se cambia la camiseta del Madrí por la casaca del PSOE. Como pasa con el fútbol, no importa lo inteligente o culto que seas. Es ponerse la camiseta y se apaga el cerebro. Y eso Pedro y sus asesores lo saben, y se aprovechan de ello. En cuanto vio que las encuestas iban mal, que el cachondeíto con la tesis y el Falcon se le iba de las manos, sacó el manual de estilo, le pidió a Rubén Amón que le sujetara el gintónic, se remangó y gritó al viento “¡¡¡que vienen los fachas!!!”. Entonces, de repente, a millones de votantes de izquierda les hace un clic el cerebro, empiezan a notar cómo se les cae la baba, cómo les sobreviene una rigidez en las extremidades, que agitan nerviosamente y desencajan la mandíbula como Linda Lovelace en sus mejores años, dispuestos a tragarse cualquier cosa que emane del Querido Líder, ya sea que la Tierra es plana, que su tesis es original o que “un ajuste de 1.200 millones no es ná, chiqui”, la Montero dixit.

La izquierda siempre ha utilizado esta técnica: desde la transición, el Pepé siempre ha sido facha, etiqueta que antes llevó la UCD de Suárez y que se quedaron los populares en exclusividad hasta la aparición de UPyD, que pese a contar con Rosa Díez o Gorka Maneiro en sus filas, también era facha. Tras UPyD surgió Ciudadanos, que aunque autodenominados progresistas, desde Ferraz se vio que les podían disputar el voto moderado y, de repente, ya eran fachas. La leche. Con Vox hay que reconocer que lo han tenido más fácil para ponerles la etiqueta, cierto, pero eso no es óbice para que, siendo muchísimo más moderados que Podemos, en cualquier puñetero medio de comunicación a los que le tacha de extremistas son a las huestes de Abascal. Ostias, si es que ya casi nos intentan hacer colar a Pablo Iglesias como socialdemócrata moderado.

¿Mi predicción para estas elecciones? Que, salvo milagro, el mantra de las tres derechas, de la derecha trifálica y de la Fachísima Trinidad ha calado entre la borregada y se llevarán las elecciones, pactando con independentistas y lo que se tercie, mientras su electorado dará palmas con las orejas porque es muy solidario robar dinero a las comunidades más pobres para repartírsela a las más ricas y, además, arruinarán el país poniendo en práctica políticas sociales que sí, que son muy chachis y solidarias y quedan genial como eslóganes de pancarta en una mano y calimocho en la otra, pero que van a dejar a España arruinada. Vamos a ser como el paleto nuevo rico en la época de la burbuja, el  que se compraba un casoplón con financiación del 130% para poder pagarse la reforma, el todoterreno y la ropa de marca y que, al primer achuchón de la crisis se fue a la puta calle. Y así acabaremos nosotros, desahuciados, sin presente ni futuro. Y con la puñetera izquierda culpando de nuestra ruina al capitalismo, al cambio climático y a Franco, en vez de asumir la realidad, su puñetero populismo y demagogia y que su único plan era comprar votos para perpetuarse en el poder.

miércoles, 3 de octubre de 2018

¿Y ahora, qué?

El Madrí jugó en Rusia y, paradójicamente, los que se quedaron helados no fueron los jugadores, sino los pobres mortales que vieron el partido desde casa, en el calor del hogar. El entrenador del Madrid tampoco pasó frío, ya que se reservó para otras batallas y se quedó también en casa, dejando al bueno de Losertegui el marrón de elegir once titular e incuso a los lanzadores de faltas. Otro que tampoco pasó frío fue Benzemá, aunque a nosotros nos recorra un escalofrío por la columna cada vez que caemos en la cuenta que es el delantero centro titular del Madrí.

Y así el Madrid cayó en Rusia, como era de prever, pues en Rusia es donde han caído siempre los dominadores de Europa, desde Napoleón a Hitler. Claro, que si mirabas ayer al once titular, daba la misma sensación de dominación que un Errejón amordazado y a merced de una dominatrix soviética. 

¿Y de quién es la culpa? La culpa es de los que no se han atrevido a señalar que el emperador está desnudo, de los que han aplaudido a rabiar que llevemos tres años ahorrando para ponerle papel albal al Bernabéu mientras descapitalizábamos un equipo hecho para hacer historia. De los que defendían que los goles de Ronaldo se repartirían entre los que se quedaban. De los que nos querían convencer que Benzemá iba a mutar en Gornaldo y que a Bale le pondrían un esqueleto de adamantium. 

¿Y ahora qué? Parafraseando al señor Wallace, voy a deciros lo que pasará. Van a venir un par de negros empapados en crack. Van a disecarnos empleando un soplete y un par de alicates y terminaremos hasta con el Huesca practicando el medievo con nuestro culo.

Losertegui: El Hacedor de (atléticos) Supercampeones

Partidazo del Madrid hoy en algún sitio perdido en mitad de la nada. La UEFA tuvo a bien celebrar el partido en un estadio de mala muerte en Tallin, con aforo para amigos y familiares de Ceferín y los cuernos de Simeone.

El Madrí empezó brillante, regalándole un gol a Costa tras una puja entre paralímpicos: un Ramos imperial a velocidad de tortuga y un Varane con problemas con su tacataca. Costa no rechazó el regalo de los dos y batió a Navas, que estaba mirando el catálogo de Recaro, tras el fichaje súper necesario de Curtuá.

Ah, sí, en un momento del partido remontamos y nos pusimos por delante, a pesar de la genial gestión del banquillo del Forrest Gump de saldo que dirige al equipo, quien quitó al único tío que daba dinamismo arriba, Asensio, para mantener a un IscoIscoIsco que daba ascopena. El resto de cambios, pues hombre, jugó Modric y tres tíos más que hemos debido fichar del Talleres Aparicio, con mención especial para el único delantero que tenemos en el banquillo, al que habrá que preguntarle a qué santo o diablo encomendó su alma para ser el 9 suplente del Real Madrid.

La defensa muy bien. Trataron a los delanteros del Atlético como las señoritas que acudían a recibir a los marineros en la II Guerra Mundial, con cigarrillo de boquilla y todo. Seguro que hoy saldrá en portada alguna foto por ahí de Marcelo dándole un beso de tornillo a Costa, porque las instantáneas del sexo anal que practicaron con los cuatro de atrás son demasiado explícitas para diarios de tirada nacional.

Punto positivo: Benzemá parece que por fin se ha aclimatado a la ciudad y al club. Grata sorpresa, sólo ha tardado 9 años; yo pensaba que aún le iba a costar un par de años más

Punto negativo: parece que no era tan brillante la idea de no fichar a nadie por la obsesión de Florentino de ponerle una bonita cubierta de papel albal al Bernabeu, este año se nos van a bajar rápido los humos de las 4 de 5.

sábado, 28 de octubre de 2017

Es mi Scatergories y me lo llevo

Bueno, pues ya está, Puchdemón, Yunqueras y demás carroña humana y política han pulsado el botoncito de la independencia, pero a escondidas, apagando la luz, para que papá no se entere quién ha hecho la chiquillada y no pueda castigar a ninguno. ¿Y ahora qué? Ahora pasa que los 82 infantes que han jugado a ser mayores tendrán que venir de excursión a Madrid, a hacer una visita a los Jordis y, quién sabe, igual podrán pasar muchos años juntos, hablando catalán en la intimidad de su celda.

El Gobierno está jugando según las reglas que vienen en las instrucciones de ese juguete roto que ahora mismo es España, mientras que los independentistas han optado por el método Scatergories, desesperados a ver si Maduro, Putin, o, aunque sea, el @norcoreano de Twitter les aceptan pulpo como animal de compañía. ¿Quién ganará la partida? Por el bien de todos, que ganen los buenos, pero los buenos de verdad, que son esa mayoría de catalanes que llevan sufriendo el acoso y el desprecio de los supremacistas de la raça ària, de la historia manipulada y del caganer de la votación secreta.

Por esa gente a la que llaman catalanes de segunda, que han vivido demasiado tiempo agachando la cabeza o mirando hacia otro lado, cuando los guardianes de las esencias de la catalanidad les señalaban con el dedo por sentirse unidos y hermanados con gentes de toda España, extranjeros a ojos de esos que gustan de mirarnos con aires superioridad, desde lo alto de esas fronteras que con tanto odio como esmero han construido. Por esa gente, que ahora sufre la fractura social que ha provocado la codicia, ignorancia y xenofobia de mentes enfermas, por esa gente hay que seguir luchando, defendiendo las reglas de ese sueño común que un día fue España, para que llegue el día en que puedan echar la vista atrás y recordar estos días oscuros como un mal sueño que intentó empañar nuestra democracia.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Carletto Fashion Week


Carletto ya ha cambiado el traje italiano por el chándal del Carrefour. No sé qué tendrá el banquillo del Madrid, que todo el que se sienta en él muta en un dominguero que se acerca a la Casa de Campo con la familia a comer el bocata de salchichón y a taparle a los niños los ojos al paso de las profesionales que trabajan por la zona. Nos llegó a Madrid un Ancelotti réplica de un galán de cine antiguo, de esos que ya usaban el traje hasta para hacer footing mucho antes de que Barney Stinson descubriera a las nuevas generaciones, por lo general de una estética mucho más desaliñada, que un buen traje a medida abre puertas, piernas y cuanto se ponga por delante. Pero pronto se ha percatado nuestro nuevo Querido Líder de que aquí siempre hemos sido más de Alfredo Landa y Paco Martínez Soria que de Cary Grant o Clark Gable, y en el último partido dejó colgada la chaqueta y la corbata y saltó al césped perdiendo todo ese glamour que le adivinábamos en su debut frente al Betis.

La duda que queda es si se pone el chándal como los jubilados, para dar paseos por el parque mientras se entretiene con la petanca o dando de comer a las palomas, o si, por el contrario, en el par de meses que lleva en Chamartín ya se ha dado cuenta de lo que le espera y se lo ha puesto de mono de faena. Imitaría así el uniforme de los otros italianos, los que se sientan en la parte de atrás de un club de striptease a contar los fajos del último golpe mientras el humo del puro pervierte el ambiente de la habitación, como nos cuentan que pasa en el vestuario del Madrí. Ancelotti se ha enfundado una suerte de disfraz de Paulie Gualtieri para dar a entender a los chavales que no se va a dejar amedrentar por un grupo de vedettes veinteañeras con tanto dinero en sus cuentas como para pagar a escote, como el que paga una ronda de cañas, a Gareth Bale, ese imperialista fichaje que se le ha antojado a Florentino Pérez entre ceja y ceja.

Y, hablando de cejas, cómo es posible no admirar la prominencia superlativa de la ceja de nuestro Carlo. De haber vivido en el siglo XVII, Quevedo seguro habría encontrado algún hueco entre sus rencillas con Góngora para dedicarle algún soneto. Porque, Quevedo, de vivir hoy en día, sería Madridista, sin duda alguna. Entre nosotros, justo es no ocultar que, de momento, centramos nuestra admiración en las gónadas de Ancelotti porque no tenemos nada más por lo que admirarle. Nos congratulamos del valor mostrado para mantener firme el pulso frente a la prensa y poner al portero que entiende está en mejor forma. Le admiramos por sus cojones porque hasta la fecha nada de lo que hemos visto en el terreno de juego le hace digno de tal honor.

De momento lo único que nos despierta del letargo de la posesión y el proyecto de tiquitaca que Carletto parece tener en mente son los latigazos heredados del dictador que gobernó con puño de hierro los destinos del Madrid en los tres últimos años. Pero estamos en Agosto, y este mes no es para sacar conclusiones, sino para disfrutar sentados a la orilla del mar mientras se dibujan alineaciones en la arena y soñamos con la llegada de una nueva primavera, donde nuestro Carletto cuelgue el chándal y recupere la corbata para ofrecer a la diosa Cibeles el saco con los títulos ganados.