sábado, 28 de octubre de 2017

Es mi Scatergories y me lo llevo

Bueno, pues ya está, Puchdemón, Yunqueras y demás carroña humana y política han pulsado el botoncito de la independencia, pero a escondidas, apagando la luz, para que papá no se entere quién ha hecho la chiquillada y no pueda castigar a ninguno. ¿Y ahora qué? Ahora pasa que los 82 infantes que han jugado a ser mayores tendrán que venir de excursión a Madrid, a hacer una visita a los Jordis y, quién sabe, igual podrán pasar muchos años juntos, hablando catalán en la intimidad de su celda.

El Gobierno está jugando según las reglas que vienen en las instrucciones de ese juguete roto que ahora mismo es España, mientras que los independentistas han optado por el método Scatergories, desesperados a ver si Maduro, Putin, o, aunque sea, el @norcoreano de Twitter les aceptan pulpo como animal de compañía. ¿Quién ganará la partida? Por el bien de todos, que ganen los buenos, pero los buenos de verdad, que son esa mayoría de catalanes que llevan sufriendo el acoso y el desprecio de los supremacistas de la raça ària, de la historia manipulada y del caganer de la votación secreta.

Por esa gente a la que llaman catalanes de segunda, que han vivido demasiado tiempo agachando la cabeza o mirando hacia otro lado, cuando los guardianes de las esencias de la catalanidad les señalaban con el dedo por sentirse unidos y hermanados con gentes de toda España, extranjeros a ojos de esos que gustan de mirarnos con aires superioridad, desde lo alto de esas fronteras que con tanto odio como esmero han construido. Por esa gente, que ahora sufre la fractura social que ha provocado la codicia, ignorancia y xenofobia de mentes enfermas, por esa gente hay que seguir luchando, defendiendo las reglas de ese sueño común que un día fue España, para que llegue el día en que puedan echar la vista atrás y recordar estos días oscuros como un mal sueño que intentó empañar nuestra democracia.

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