martes, 20 de diciembre de 2011

La Extebarría y su sobredosis de prozac.

Llevaba tiempo con ganas de empezar a escribir con cierta regularidad de nuevo, pero tenía que buscar el momento adecuado. Y qué momento más adecuado que las fechas en las que escribí voluntariamente las primeras palabras sueltas de mi vida: la Navidad. Sí, queridos amigos, todos empezamos a hacer garabatos parecidos a vocales y consonantes en los cuadernos Rubio, pero también es cierto que la primera vez que cogimos un lápiz por motu propio y no por temor a una represalia de un profesor es en Navidades, cuando en nuestra más tierna infancia corrimos a escribir nuestra primera carta a los Reyes Magos.

Y juro donde haga falta que no ha sido premeditado sino simple coincidencia que me ponga a escribir justo ahora que Lucía Etxebarría lo deja. Para los despistados, la escritora valenciana ha anunciado a bombo y platillo que va a dejar de escribir libros, que la cosa está muy mal y pasa de trabajar tres años para que la gente tire de emule. No voy a negar que a la chica la piratéen, pero en el caso de la valenciana creo que la motivación principal de la gente para rellenar el Kindle sin pasar por caja puede ser la vergüenza que debe suponer acercarse a unos grandes almacenes, coger con timidez un ejemplar de su último libro, medio tapar la portada para que no se vea muy bien y acercarte a la caja a pagarlo. Coño, que ni comprando un Playboy en los primeros pasos por la pubertad lo pasa uno tan mal.

¿O acaso no será una manera educada de anunciar su prejubilación a los 45, toda vez que la imagen de la prejubilación ha quedado tan dañada por los bancos? Puede ser, es una manera sutil de decir que te apetece tocarte los huevos (u ovarios) a dos manos sin que te tachen de vago, parásito o delincuente y, además, quedas bien: yo no quería, pero me obligaron.

Se queja que no merece la pena perder tres años de su vida preparando y escribiendo las novelas para que luego con un simple clic y sin pasar por caja la gente pueda acceder a ellas. ¡Tres años! pero si yo tardo en escribir una entrada diez minutos. En cualquier caso no me cuadran sus declaraciones y más si comprobamos lo fluído de su producción, con veintiuna publicaciones (entre narrativa, poesía, guión y ensayo) en los últimos catorce años. Tiene la excusa que es de letras, pero lo de tirarse tres años por libro no cuela. Claro, que hay quien dice que lo que unos gastan en documentarse, ella lo gasta en hacer un copy / paste de otro...

Lucía, hija mía, no es ni mucho menos mi intención el hacerte recapacitar tu decisión. No todavía, que aún tengo que descochar el champagne. La ocasión lo merece. Pero ya está bien de culpar siempre a lo mismo. Igual no vendes porque a la gente no le gusta lo que escribes, simple y llanamente. O porque tu editorial, como la gran mayoría en España, no ha querido ver el negocio que se aproximaba con el libro digital y hemos mantenido unos catálogos de risa. O, por qué no, porque mientras el papel lleva un 4% de IVA, el formato electrónico soporta un 18 y, a pesar de llevar un coste de producción significativamente menor, el precio apenas difiera en un 25%. O también que tras tres años de crisis, la gente gaste menos en ocio y prefiera acercarse a una biblioteca o pedir un libro prestado, por aquello que el comer va primero.

Pero no, la piratería siempre es la respuesta; sobretodo para aquellos que gustan de lanzar balones fuera y no aceptar que en su modelo de negocio puede existir también parte de culpa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario