viernes, 10 de febrero de 2012

...and Justice for all

No deja de ser curioso el veletismo existente a la hora de juzgar los hechos según nos sopla el viento. Lo que hoy puede indignarme, mañana mismo puede resultar la causa más noble y justificada del mundo. Eso es algo que venía observando desde hacía un tiempo, pero hasta esta semana no he tenido tan a mano dos ejemplos para una demostración empírica. Contador y Garzón.

A Contador le han caído dos años de sanción por dar positivo en un control antidoping. La prensa patria ha llenado portadas con la injusticia. Todos claman al cielo porque se le ha negado la presunción de inocencia y la defensa al de Pinto que, entre todas las excusas del mundo, dijo que el clembuterol apareció por un solomillo. Claro que sí; yo mismo le estuve replicando a la Guardia Civil que, dijera lo que dijera el bastoncillo ese que agitaban al viento, yo no había tomado nada, que me pusieron la droga en el cola cao. Si en eso basas una defensa, lo más sensato que podría haber hecho Contador en este año y pico hubiera sido actualizar su currículum o terminar un curso CCC porque esa excusa no había por donde cogerla.

A Garzón le han caído once años de inhabilitación por todo lo contrario, por negar la defensa y, por ende, la presunción de inocencia a unos acusados, por muy hijos de puta que estos puedan ser. ¿En qué país civilizado y democrático puede ser admisible que el juez que lleva la causa escuche las conversaciones privadas entre abogado y cliente? Te estás pasando por el arco del triunfo el derecho del acusado a declararse inocente. Que yo puedo pegarte tres tiros a quemarropa delante de las cámaras de seguridad del Carrefour y luego soltar en pleno juicio que no hice nada. Y eso no es ni perjurio ni leches. Eso es parte de nuestro sistema legal. Pues nada, la gente en la calle, pancarta en mano, protestando contra todo. Que si Franco ha vuelto o que el milenarismo va a llegar. Los mismos que se echan las manos a la cabeza porque un etarra con delitos de sangre esté encerrado a más de veinte minutos andando de su familia ahora están a favor de Garzón. 

El problema de Garzón es que gustaba de mirarse en el espejo por las mañanas, recién afeitado y en gayumbos, metiendo tripa, quitándose las gafas para quedar irreconocible y con la capa roja ondeando al son del aire que expulsa el calefactor, cuecepollos, convector o como diantres llame al aparatito que le calienta por las mañanas. Garzón se creía el super héroe antifascista que venía a librar a España del Caudillo más de 25 años después de su muerte. El Superman patrio que regresa a casa cuando ya han enterrado a todos los herederos de Lex Luthor. El héroe trasnochado que por vestir unas mayas se cree por encima de la Ley. Pero ha tornado en Superlópez porque, querido ex juez, que estés juzgando a una panda de chorizos no te da derecho alguno a saltarte las leyes que juraste defender. Prevaricación se llama eso. Y eso lo dice por unanimidad todo el tribunal que le ha juzgado. Unanimidad. Que aquí no hay unanimidad ni cuando invitan a una ronda de cubatas.

Y le han dejado once años sin ejercer cuando debería estar sin ejercer desde el momento en que decidió que el despacho en el juzgado se le quedaba pequeño y colgó la túnica para sacar el puño y la rosa y hacer carrera política como número dos de González en las elecciones del 93. Muy astuto el ir como independiente porque sabía que de otra manera estaría incurriendo en incompatibildades de cargos recogidas en nuestra Constitución. Para que se entienda, vendría a ser como si un árbitro cualquiera, pongamos Teixeira, en las vacaciones trabaja para el Barça -como autónomo, por eso de ser un profesional libre- y durante la temporada sigue con el silbato. La gente saldría a la calle. Garzón hizo eso mismo y no ví a nadie lamentar la muerte de la justicia española, ni pedir la nacionalidad andorrana ni nada parecido. Porque para Garzón, entrar en política, le supuso el empezar a disfrutar de los focos de la calle, del reconocimiento del pueblo llano. Y ahí salió a la luz su alma de Belén Esteban. Su trauma frustado de no haber llegado a tertuliano de la Noria. Porque casi nadie conoce al juez tal o cual, pero todos sabemos quién es Mariñas o Karmele, ¿o no?.

Y hoy es viernes y tenemos La Noria o como se llame ahora. Además pronostican nieve para este fin de semana, así que los indignados que alzan sus pancartas a favor del super juez tendrán que refugiarse en sus casas para calentarse y sintonizar a Jordi González. Pero que no se preocupen, porque dentro de poco tendrán nuevas oportunidades de salir a quejarse de la justicia española, que Garzón aún tiene dos causas pendientes y una de ellas, casualmente, es por llevarse los cuartos como a esos mismos a los que les puso escuchas ilegales para llevarles al trullo.