domingo, 10 de junio de 2012

¿Por qué lo llaman crisis bancaria cuando quieren decir política?

Y, al final, tras más de un lustro caminando sobre la cuerda floja, España perdió el equilibrio y se vino abajo. Por suerte para nosotros hemos estado jugando con una red de seguridad y ahí es donde hemos caído, en el rescate. Nuestros socios europeos han acudido raudos a nuestra ayuda, como en esos ejercicios de confianza en el prójimo en los que te dejas caer con la esperanza de que alguien acuda y te sujete entre sus brazos. Aunque, bien visto, el caso español bien podría equipararse a dichos ejercicios en el diván de un psicólogo, porque no nos hemos caído. Nos hemos dejado caer. No nos hemos venido abajo. En España, desde hace décadas, se conocen los males endémicos de nuestra economía. Hemos crecido al ritmo de un ladrillo que sabíamos condenado. Hemos rechazado invertir en I+D, sacrificando el corto plazo en aras de una mayor competitividad futura. Conocemos el alto coste de un Estado de Autonomías, manteniendo duplicidades con el único fin de tener contentos a los partidos nacionalistas. 

Los diferentes gobiernos, tanto del pepé como del pesoe, han estado tonteando con las autonomías, tratándolas como a una amante. La han seguido pagando el piso, las joyas e invitándola a copas mientras ella, sentada en su taburete alto de barra de bar, esperaba la llamada de cualquiera de los dos partidos mientras pausadamente removía la aceituna de su martini. Diecisiete amantes mantenidas. Ni Don Draper, ni siquiera Toni Soprano podrían con el alto coste de tanta manutención. Luego llegó la crisis y, aún a sabiendas que no había para más, que había que cerrar el grifo. Que sólo había para una cosa. Había que centrarse en nuestra legítima señora, pagar la hipoteca y la cesta de la compra. Y ni por esas, pepé y pesoe siguieron manteniendo la doble vida. Y el castillo de naipes se ha desmoronado. 

Ahora los partidos, mientras, con la ayuda europea recogen la baraja del suelo, van a por el más difícil todavía. Desde más de siete metros se han jugado un triple imposible que, como el que lanzó Huertas en el último segundo el pasado miércoles, ha entrado. Nos han vendido lo de crisis bancaria. ¿Por qué crisis bancaria? no mintamos. El sistema bancario español, hasta la llegada de MAFO, se sostenía sobre los pilares de un Banco de España riguroso e infalible. Los bancos se veían sometidos a muchos más requisitos que los que nos pedían desde Europa. Era un órgano más o menos independiente y, claro está, eso en el país en el que vivimos, no se podía consentir por ninguno de los dos grandes partidos que, con el pretexto de servir a una nación, no se han servido más que a ellos mismos, con políticas que aseguran la perpetuación de su especie, la política, extraño tipo de parásito que vive, como una garrapata, de chuparle la sangre al resto de habitantes de la piel del toro. 

Señor Rajoy, no nos engañe más. Lo que ha caído no son los bancos españoles. No cuela. Santader, BBVA o Sabadell siguen firmes en la travesía por la crisis. Bancos privados, donde no hay mano política más allá de la inevitable. Los bancos que han caído y por los que nos hemos visto arrastrados hasta el fondo son las cajas. Las cajas controladas por los políticos. Las cajas que han financiado, fieles y serviciales, los continuos desvaríos megalómanos de los caciques autonómicos. Así que, por una vez en la vida, me gustaría oír aquél tópico de las rupturas. Ese no eres tú, soy yo.

jueves, 7 de junio de 2012

Las Mazmorras del Congreso.


Siempre he imaginado que, una vez que las cámaras están apagadas y los periodistas fuera del Congreso, los políticos guardan sus disfraces de archi enemigos y abandonan sus papeles de Mourinho vs Guardiola o de Batman contra el Joker y estallan en carcajadas, que deben llevar conteniendo desde el minuto 2 de la sesión de control del Gobierno y, mientras se secan las lágrimas, se enfundan unas túnicas adornadas con una gaviota empuñando una rosa, a modo de escudo. Ahí es cuando empieza su verdadera reunión, enterrando sus diferencias y, tras cantar el "We Do" que popularizaron los Canteros en aquel memorable capítulo de Los Simpson, cambian el hacha de guerra por las jarras de cerveza, comentando las mejores jugadas a medida que los efluvios etílicos van haciendo su labor. Entonces, abren alguna compuerta secreta y bajarán a algún claustro convenientemente blindado y con inhibidores de frecuencia que les impida caer en la trampa del micrófono abierto. Una vez todo el perímetro está asegurado, Rubalcaba correrá a darle una palmada en la espalda al Presidente del Gobierno.

- 'Mariano, has estado increíble con la reforma laboral, les vamos a tener tan cogidos de los huevos que los únicos con tiempo libre para ir a Sol serán los perroflautas y Willy Toledo. Nadie los va a tomar en serio. No esta vez'.

- 'Para esho eshtamos, Alfredo, p'a servir. Y ya verásh la que tiene preparada Eshpe, que le va a bajar más el sueldo a los funcionariosh. En un par de años esos mataos nos pagarán para ir a la oficina'.

- 'Por supuesto que pagarán, que tenemos que tapar el agujero de Bankia y, además, silenciar a MAFO y a algún otro, que como le dé por rajar, nos lleva a todos por delante y verás qué risas'

-'No te preocupesh, que eshte año tenemos Eurocopa. Pan y circo, querido amigo. Pan y circo...'

Y estallará en una maléfica carcajada mientras un pico de tensión hace oscilar las luces del Congreso, sumiéndolo en una tétrica oscuridad que se irá extendiendo a lo largo de todo el país. Del Cabo de Gata hasta Finisterre. La otrora envidiada España, la que lideraba con su crecimiento exponencial el crecimiento de la Unión Europea, se tambalea momentos antes de venirse abajo, en silencio y sin protestar. Asintiendo servilmente ante las extravagantes demandas de nuestros dirigentes, como hemos hecho a lo largo de toda nuestra Historia. Es lo que tiene haber construido nuestra economía sobre los cimientos fangosos de la corrupción urbanística y el ladrillo.

Mientras la clase política sigue jugando al enfrentamiento de las dos Españas, convertidas en cuatro o cinco a medida que los nacionalismos avanzan sobre la alfombra roja que el ineficaz y negligente modelo de Autonomías les ha tendido, los ciudadanos apuran sus másters online en finanzas domésticas para conseguir cuadrar los presupuestos de los hogares. La pobre maruja que tiene que cambiar su ocio frente al Tomate por una hoja de cálculo para ver cómo carajo va a pagar la subida de la luz, de la gasolina, del pescado, del agua, del IVA, del IRPF y, al paso que vamos, hasta del aire que respiramos mientras, por otro lado le bajan la nómina al marido, que tendrá que agradecer que mantiene su trabajo. Aunque cobre menos que hace dos años. Aunque trabaje más horas. Luego todos nos escandalizamos si vemos que cada vez hay más universitarias que se sacan un sobresueldo con la prostitución. Tendrán que aprovechar las pobres mientras puedan, que al paso que vamos nos cascan el derecho de pernada antes de Navidad.

Y, hablando de la Navidad. Este año el regalo que más pedirán los niños no será la Playstation. Apuesto por la green card. O un cayuco. O cualquier cosa que valga para salir por patas de este país antes de que se hunda del todo y nos encontremos todos con nuestra cartilla de racionamiento a las puertas de Cáritas, peleándonos por un plato de lentejas mientras, en las mazmorras del Congreso, Asamblea u órgano de Gobierno que toque, resuenen las carcajadas de todos aquellos que nos han puesto al borde del abismo y, una vez más, se van a marchar de rositas.