martes, 23 de abril de 2019

La España de Sánchez

El votante actual del PSOE de Pedro Sánchez tiende a ser un puñetero fanático, un ultra que se cambia la camiseta del Madrí por la casaca del PSOE. Como pasa con el fútbol, no importa lo inteligente o culto que seas. Es ponerse la camiseta y se apaga el cerebro. Y eso Pedro y sus asesores lo saben, y se aprovechan de ello. En cuanto vio que las encuestas iban mal, que el cachondeíto con la tesis y el Falcon se le iba de las manos, sacó el manual de estilo, le pidió a Rubén Amón que le sujetara el gintónic, se remangó y gritó al viento “¡¡¡que vienen los fachas!!!”. Entonces, de repente, a millones de votantes de izquierda les hace un clic el cerebro, empiezan a notar cómo se les cae la baba, cómo les sobreviene una rigidez en las extremidades, que agitan nerviosamente y desencajan la mandíbula como Linda Lovelace en sus mejores años, dispuestos a tragarse cualquier cosa que emane del Querido Líder, ya sea que la Tierra es plana, que su tesis es original o que “un ajuste de 1.200 millones no es ná, chiqui”, la Montero dixit.

La izquierda siempre ha utilizado esta técnica: desde la transición, el Pepé siempre ha sido facha, etiqueta que antes llevó la UCD de Suárez y que se quedaron los populares en exclusividad hasta la aparición de UPyD, que pese a contar con Rosa Díez o Gorka Maneiro en sus filas, también era facha. Tras UPyD surgió Ciudadanos, que aunque autodenominados progresistas, desde Ferraz se vio que les podían disputar el voto moderado y, de repente, ya eran fachas. La leche. Con Vox hay que reconocer que lo han tenido más fácil para ponerles la etiqueta, cierto, pero eso no es óbice para que, siendo muchísimo más moderados que Podemos, en cualquier puñetero medio de comunicación a los que le tacha de extremistas son a las huestes de Abascal. Ostias, si es que ya casi nos intentan hacer colar a Pablo Iglesias como socialdemócrata moderado.

¿Mi predicción para estas elecciones? Que, salvo milagro, el mantra de las tres derechas, de la derecha trifálica y de la Fachísima Trinidad ha calado entre la borregada y se llevarán las elecciones, pactando con independentistas y lo que se tercie, mientras su electorado dará palmas con las orejas porque es muy solidario robar dinero a las comunidades más pobres para repartírsela a las más ricas y, además, arruinarán el país poniendo en práctica políticas sociales que sí, que son muy chachis y solidarias y quedan genial como eslóganes de pancarta en una mano y calimocho en la otra, pero que van a dejar a España arruinada. Vamos a ser como el paleto nuevo rico en la época de la burbuja, el  que se compraba un casoplón con financiación del 130% para poder pagarse la reforma, el todoterreno y la ropa de marca y que, al primer achuchón de la crisis se fue a la puta calle. Y así acabaremos nosotros, desahuciados, sin presente ni futuro. Y con la puñetera izquierda culpando de nuestra ruina al capitalismo, al cambio climático y a Franco, en vez de asumir la realidad, su puñetero populismo y demagogia y que su único plan era comprar votos para perpetuarse en el poder.