martes, 6 de marzo de 2012

El Extraño Compromiso Sindical

Ni siquiera han dado los 100 días de margen para saltar a la yugular de Rajoy por su gestión. Esas hienas que se parapetan detrás de las siglas de CCOO y UGT ya han saltado a la calle con la pancarta en mano clamando contra los herederos del Caudillo. Los mismos que aguantaron durante siete largos años metidos en casa mientras las gráficas que mostraban la evolución del paro se asemejaban más al perfil de la etapa reina del Tour para montarle una huelga general a Zetapé, se han desentumecido sus manos y aclarado la garganta para protestar contra la reforma laboral.

Habrá sido duro para ellos, liberados muchos, el poner el despertador. La última vez que lo hicieron aún no había teléfonos móviles. Ni siquiera había relojes digitales, así que imaginen el panorama. Al maromo de turno levantándose a las 9 y la mujer preocupadísima pensando que se va a ver a la querida, por mucho que el marido jure y perjure que sale a la calle a manifestarse y a ganarse el sueldo... porque no ganan poco precisamente. A mí se me caería la cara de vergüenza el ir de defensor del obrero, gritar proclamas contra la lucha de clases y tener en mi casa una colección de relojes donde el más barato supera los 5.000 euros, que viene a ser más o menos lo que ven al año muchas familias condenadas al eterno subsidio de los 450 al mes.

Porque de los liberales se podrá decir muchas cosas: que si son unos desalmados. Que si quieren recuperar la esclavitud. Que si van por la calle con el tridente, el rabo y los cuernos. Pero, coño, al menos son coherentes. No van pregonando una igualdad y un reparto equitativo y luego dándose a la buena vida. Que aquí todos son muy de izquierdas mientras no les toquen la cartera. Mucho reparto equitativo de bienes, pero como vea a un vagabundo acampado a las puertas de mi chalé de Somosaguas llamo a la civil y que me limpien la calle, que uno no vive en una urbanización exclusiva para tener que ver al populacho.

¿A santo de qué tiene que ir dinero público a financiar unos sindicatos en los que creo menos que en los Reyes Magos? No digo que no deban existir, sino que se financien con las cuotas de sus afiliados. Como también deben hacer la patronal. Y los partidos políticos. Que aquí todos ponemos a caldo al cine español y nos rasgamos las vestiduras por la cantidad de euros en subvenciones que se lleva la enésima revisión de la Guerra Civil, cuando no hacen sino lo que todo españolito que se precie: coger el dinero y correr. Que de igual manera que no he visto a la Coixet devolver un duro, tampoco he visto a Rosell o a Méndez renunciar a sus dietas y, vive Dios, ninguno de ellos tiene pinta de pasar hambre.

A mí, de todas formas, es que sólo ha habido un sindicato con el que haya simpatizado. El que lideraba Al Capone. Ya puestos a que me roben, que sea a punta de pistola. Y a punta de pistola los pondría a más de uno por elegir el 11M para salir a la calle. Que una cosa es que, gracias a ETA, aquí coleccionemos atentados como en otros países Premios Nóbel, y otra muy distinta es que en el octavo aniversario del mayor atentado que ha sufrido nuestro país, salgan a la calle los mismos estómagos agradecidos que callaron durante ocho largos años mientras el presidente -ya saliente, aunque no haga ni escasos 100 días- dilapidaba la herencia recibida y gestionaba la crisis de la peor de las maneras posibles.

Un aplauso para los sindicatos. Sí señor. Me quito el sombrero.

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