martes, 20 de marzo de 2012

La tarjeta mala del Monopoly.


Todos conocemos el dicho: la política hace extraños compañeros de cama. Cuando un partido llega al poder, se transforma en un adolescente con las hormonas a flor de piel, de esos que se lían la manta a la cabeza y apuntan a cualquier moza que se ponga en su radar. Lo que importa es la experiencia. En política viene a ser lo mismo, pero en busca de poder. Esas alianzas como amores adolescentes que, de tanto brillo e intensidad en sus comienzo, se consumen demasiado deprisa. Esos amores que, hace no tanto, te hacían correr a un fotomatón a buscar el ojo cómplice y confidente que inmortalizara carantoñas y besuqueos. O esos besos robados a la luz de la luna a orillas del Mediterraneo en esos amores tan fugaces que sólo duraban unas vacaciones y se perdían para siempre en el tiempo. Claro que, visto así y como en política hay más endogamia que en los árboles genealógicos de las familias reales, los amores de verano son, casi siempre, con la mismas. O CiU o PNV. No suele haber más donde poner el ojo. Esto le quita romanticismo a la historia y nos dejaría en un entorno menos idílico, con ese chaval de pueblo que, haciéndose mayor y ante la carencia de féminas en edad de merecer en los alrededores, tira de ahorros y se va a probar suerte con una profesional.

Digo esto porque esta tarde ha salido la sentencia de
Matas. Le han caído seis años, seis. Uno por cada astado en tarde de toros. Que ya iba siendo hora que se encerrara a un político a lidiar con un astado, aunque por la condena lo podríamos dejar en vaquilla de capea. En el monopoly que tienen montados los políticos españoles, todos como la banca y con las cartas marcadas, a Matas le ha tocado la que estaba sin marcar. Directo a la cárcel sin pasar por la casilla de salida, aunque supongo que sí que cobrará los 200€. Una vez hecho público el castigo, la jauría de partidos políticos ha corrido a por los restos, aún calientes, de Matas y lo han ido despedazando con saña. Ahora todos se ponen dignos y sacan pecho. El pepé reniega de Matas como un recién separado de esa mujer que, después de engañarle con el jardinero y sacarle hasta el último céntimo de la nómina en modo de pensión, le deja condenado a malvivir en una autocaravana con una mano delante y otra detrás mientras ella disfruta del chalé, los niños, el coche del matrimonio y, por supuesto, del jardinero.

Decía que el PP, a través de Santamaría, se ha desmarcado del corrupto. IU, a través de Cayo Lara, ese orador que hace buenos los discursos de un futbolista a pie de campo, ha indicado que "es bueno que algún chorizo que otro vaya entrando donde tenía que haber entrado hace ya mucho tiempo". Otra Soraya, ésta Rodríguez y portavoz del PSOE, incluso ha preguntado expresamente a Rajoy si sigue queriendo un ejecutivo como el de Matas, en referencia a unas ahora desafortunadas declaraciones de Mariano hace algunos años. La falta de respuesta del pepé a esto denota otra carencia mucho más importante: la falta mucha mala leche en el Congreso. Sólo así se explica que ningún popular le haya replicado a Soraya si no se desmarca su partido de su fundador Pablo Iglesias, autor de grandes alegatos demócratas como "este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones" o del golpe de estado de 1934 llevado a cabo por, exactamente, las mismas siglas que reprentan; que Franco fue el que lo llevó a buen puerto, pero no fue el único con ganas de jarana que había por aquella época.

Ahora todos se vuelven escrupulosos. Desaprobando, con gesto grave y negando con la cabeza, las acciones de su colega, mientras intentan enchufar al hijo de la vecina del quinto. Señalando inquisitorialmente al caído como las mujeres que, con sus barbas postizas, acudían a las lapidaciones en La Vida de Brian. Todos dispuestos a lanzar la primera piedra. No importa que, hasta donde yo sé, tan sólo haya un partido político por España que no tenga a ningún imputado en sus listas. Así que no saquen ni unos ni otros pecho tan pronto. Porque Matas lleva mucho tiempo desvinculado del pepé, pero con Gurtel se tocaban a gente en activo. Y el pesoe tiene ahí a Pepiño Blanco. Y todo el escándo de los EREs andaluces. Y ambos tendrán toda la mierda que aún no se haya destapado y que ni imaginamos. Así que menos hipocresía, por mucho que sea una de nuestras señas de identidad, y más trabajar para esos millones de personas a los que sólo hacen caso cada cuatro años, cuando toca convencerles que acudan a las urnas como si en verdad les importase nuestra opinión.

1 comentario:

  1. Cuanta razón tienes. Cuando el ventilador de la mierda se pone a girar, todos corren a esconderse, pero la mierda la tienen ya en el culo. Asco de politicos.

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